Oruro, cuna de las tradiciones folckóricas de Bolivia, Patrimonio cultural e intangible de la Humanidad , ha cobijado desde antaño y aún lo hace con gran éxito, a cultores de las diferentes expresiones de nuestro acervo cultural, expresados en la pintura, escultura y particularmente en la música y la danza. Diablos, morenos, tobas, antawaras, incas y otros, son mentores del Gran Antruejo Orureño.
La característica pagano - religiosa del Carnaval de Oruro tiene su data en la época de la Colonia. El carnaval de Oruro se origina en las ancestrales invocaciones andinas a la Pachamama (Madre Tierra), al Tío Supay (Diablo) de los paraje mineros y a la Virgen de la Candelaria.
En su agonía fue trasladado por una virginal mujer del pueblo hasta su morada en el socavón. Al día siguiente, fue enorme la sorpresa de los mineros de la zona que al hallar el cadáver, se encontraron con la bella imagen de la Virgen de la Candelaria custodiando la cabecera de la pobre cama del ratero. En el segundo período, los mineros, ante el descubrimiento de la virgen resuelven reverenciarla durante tres días al año desde el sábado del carnaval, usando disfraces a semejanza del diablo al ritmo de una cautivante música. Desde entonces realizan la Entrada de Cargamentos y Ceras, con ornamentos regionales, presentes de plata para la Patrona, viandas y bebidas.
Comienzan a surgir otros conjuntos y con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en el Carnaval, este comienza a masificarse. En el quinto período, que data desde la década de los 80 hasta nuestros días, se vive un período de esplendor con la espectacular presentación de la mujer, el despliegue de trajes y derroche de belleza juvenil.
Por primera vez, en este período se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del Carnaval Orureño como Patrimonio Cultural Intangible para la Humanidad....
Por sobre las nubes blancas y coposas sobresale el pico del majestuoso Sajama, como reflejo del cielo brilan los colestes lagos del Poopó y el Uru - Uru, mantos extendidos que son orillados por poblados de la edad del mundo; desafiantes se yerguen, hombres con raza pura, netos hijos de la tierra, dueños de su infinito universo, fuertes y recios gladiadores de su guerra contra las tempestuosas inclemencias naturales, amante conspiterno, idealista, silencioso, adorador de las montañas, del limpio cielo y las profundidades de la tierra, postrado ante Inti, iguala su culto a Pachamama, ofrenda con cariño sumisión y respeto, científico de su cuerpo, ingeniero de la vida, mago y labrador como ilusión nos ha heredado esta cultura, legado que se ostente, gracias a su don de domador del misterio y su resistencia al sufrimiento eterno del látigo, la cruz y la espada.
Es en estas latitudes que se funda el centro del universo, donde el caos y la calma se unen en raro equilibrio, es aquí donde los hombres de aparente sumisión se paran obnuvilando con su grandiosa fe, prodigios sublimes que resisten al tiempo y la fragilidad de la memoria.
En Oruro se asiste al ritual de los DIOSES DOMADOS, Angeles y Demonios, ostentan por varios días descomunal fortaleza, embriagados por el poder y deseo de someter al bien o al mal. Bacanal espectáculo de grandeza se ve, se vive, se es, cuando apenas se deshila el telar de nuestra cultura, para mostrarse orgullosa de ser la Capital del Folklore de Bolivia y Patrimonio de la Humanidad.
De 1940 a 1980, derribando perjuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta un militar, se unieron al Carnaval. Los llamados pijes o ck'arcas, marcaron con sus innovaciones los futuros rumbos de la original Entrada. En 1963 se funda el Comité de Defensa de los Conjuntos Folklóricos , mientras que en los teatros se escenifica el original "relato" de La Diablada, con base en una versión —La lucha entre el Bien y el Mal—del escritor Rafael Ulises Peláez.
En 1965 la orureñidad se declara de hecho "Capital Folklórica de Bolivia", las bandas de música aumentan su creatividad, y se impulsa el viaje de grupos de diablos al interior y al exterior. En 1970, el gobierno declaró a Oruro Capital del Folklore boliviano, mientras se acrecienta la corriente turística. Surgen otros conjuntos, como los Caporales, con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en un Carnaval que se masifica.
Esta peregrinación religiosa es parte del ser y la religiosidad popular de esta región; distinta de una simple procesión.
El danzarín cumple su promesa bailando unos tres kilómetros desde un extremo de la ciudad hasta el Santuario del Socavón.
Bailarines de distintos grupos folclóricos, diversas edades, diferentes estratos sociales y culturales, relatan convencidos cómo la imagen milagrosa ha premiado a tal devoto, o ha castigado a éste o aquél danzarín que no cumplió su promesa.
El colorido se multiplica constantemente y durante tres días y tres noches se aprecia el baile de más de 50 conjuntos acompañados por hasta cuatro o cinco bandas musicales.
La fiesta da lugar también a la transfiguración de la "Pachamama" o madre tierra, en la Virgen del Socavón, un sincretismo religioso que evidencia una fuerte transculturación.