La calle esta silenciosa, mis pasos se escuchan y parecen estruendos en la oscuridad, miro por ratos atrás con la sensación de que alguien me sigue pero no se escucha sonido alguno, solo mis pasos y mi agitada respiración.
Debía estar en casa hace horas, aunque nadie me espera cuando llegue, al menos me siento segura. A pesar de que camino rápido siento que no llego a ningún lado. Debí dejar que alguien me acompañe, no debí rechazar la oferta, pero ahora era demasiado tarde, solo restaba seguir adelante y rezar para que no pase nada y solo sean imaginaciones mías.
Antes de continuar debo decir, mi nombre es Candy, soy enfermera del Hospital Santa Juana - Chicago. Hace dos años un acontecimiento marcó mi vida y cerró mi corazón al amor. Por causas de un accidente el hombre que amo, su nombre Terry, nos separamos con la promesa de ser felices, pero en ese tiempo solo he vivido para el trabajo. Mis sonrisas ahora son falsas, no tengo ganas de sonreír solo lo hago para no preocupar a mis amigos.
No he sabido de Terry en todo este tiempo, y no he querido saber nada por medio de los periódicos, no quiero saber si finalmente se casó con Susana Marlowe, actriz que sacrificó su vida por salvar la vida de mi amado Terry. Solo espero que él haya cumplido la promesa que hicimos por que se que de mi parte no lo he hecho y no he tenido la fuerza para abrir mi corazón.
Tal parece que Eliza tuvo razón en algo, que yo doy mala suerte a los hombres que están cercanos a mí o que me han querido.
Anthony me quiso y murió al caer del caballo, Terry me amó y tuvimos que separarnos para nunca volver y Stear murió en la Guerra.
De repente el ambiente se torna frio, intento abrigarme más la chaqueta para entrar en calor y aprieto el paso para llegar rápido a mi departamento, ahí escucho unas pisadas. Me detengo un momento para escuchar pero no se oía absolutamente nada, vuelvo a emprender el camino, y lo vuelvo a escuchar, giro para poder ver, pero no hay nadie, estaba por girar nuevamente y volver a caminar cuando lo escucho, esas pisadas, pero no parecían pasos, algo captó mi atención en uno de los callejones cercanos. Unos ojos brillan, pero no veo nada más solo esos ojos, se ven salvajes, no puedo moverme, se sienten tan familiar a la vez no. Salgo del hechizo de esos ojos y me entra el miedo y corro directo a casa.
Una vez cerrada la puerta con la llave, me siento más tranquila, me acerco a la ventana para ver si no me han seguido. En eso escucho un aullido y me estremezco, sonó tan lastimero que me llegó hasta el corazón.
Sus sueños estaban plagados de oscuridad, tenía miedo, no podía ver más allá de lo que extendía sus manos. En eso mira entre la oscuridad ese par de ojos que vio en el callejón, el cual de alguna manera la tranquilizó… quiso acercarse pero---
Llegó a su puesto de trabajo la mañana siguiente un poco cansada, y vio un pequeño grupo de compañeras de trabajo murmurando.
- Candy – dice una de sus amigas al llegar hasta el grupo – te enteraste.
- Eh, no. Qué ocurre que están todas aquí. – les pregunta Candy – ocurrió algo malo?
Una de sus compañeras suspira y le tiende el periódico.
Una estrella desaparece.
A un año de la desaparición de la estrella de Broadway Terrence Grandchester, se ha perdido toda esperanza de encontrarlo con vida. Las autoridades han cesado en su búsqueda. La madre del actor Eleanor Backer exige a las autoridades que continúen con la búsqueda “yo sé que mi hijo sigue vivo, mi corazón no miente”, pero el jefe de la policía en una entrevista a la prensa a confirmado el cese de la búsqueda.
La prometida, Susana Marlowe, no ha dado declaraciones. La madre de la desdichada prometida comentó “dejen a mi pobre hija llorar a su amado, por lo pronto nos iremos a Florida a seguir con nuestras vidas”
Todos sus colegas lamentan la pérdida de esta estrella en ascenso.
Terrence Grandchester comenzó su carrera en la compañía Strafor…..
Candy ya no pudo seguir leyendo a causa de las lágrimas, soltó el periódico y salió corriendo, no sabía donde pero quería huir de ahí. Se olvidó de sus pacientes, sus compañeras y sus responsabilidades, solo se concentró en su dolor.
Llegó hasta un árbol del jardín del hospital y lo abrazó como si pudiera encontrar consuelo en su gruesa corteza. Recordó cuando Anthony murió, también se abrazó a uno, pero en aquel entonces Albert la consoló, esta vez estaba sola. Inspiró hondó, poco a poco empezó a tranquilizarse y se soltó lentamente del árbol. Su cabeza seguía apoyada en la corteza, “Terry” pensó con pesar, “que te ocurrió, porque nadie me dijo nada”.
Suspiró, finalmente se separó del apoyo del árbol y caminó lenta y arrastrando sus pies hasta el puesto de enfermeras. Al verla su amiga Caroline se preocupó
- Candy, ¿te encuentras bien? – dijo asustada.
- No me siento bien, quiero irme a casa – dijo Candy angustiada. – Podrías cubrirme y decirle al Doctor Leonard que no me encuentro bien.
- Si, Candy. No hay problema. – respondió Caroline. – yo le diré.
Candy asintió y se dirigió a los camerinos a sacarse su uniforme. Sacó de su puesto un vestido verde el cual combinaba con sus hermosos ojos, los cuales en ese momento estaban apagados y llenos de dolor por su amor perdido.
Una vez listo su vestuario, se dirigió hasta la entrada del hospital. Al traspasar el recinto, no sabía dónde dirigirse. Alzó la vista y observó el cielo azul, la mañana era despejada y clara, el viento mecia suavemente las hojas al igual que algunos mechones de sus rebeldes cabellos.
Las lágrimas caían sin que las detuviese. Caminó hasta el parque donde se sentó en una banca, veía a las parejas y niños pasar; algunas parejas con sus hijos y felices. Pensó con tristeza en su felicidad truncada; ellos también estarían así de felices y posiblemente con la alegría de un hijo sino hubiera ocurrido el accidente que los separó.
Meneó la cabeza en un intento de alejar esos pensamientos, al igual que deshacerse de las lágrimas que obstruían su vista.
Esa felicidad nunca la alcanzaría ya que el único hombre que amó estaba muerto o eso decían los periódicos. Aunque en el fondo sentía como si estuviera todavía viva, incluso cerca, pero eso era imposible.Para Candy, el día pasó de manera lenta mientras deambulaba por las calles sin un rumbo fijo. Hubo un momento en que quiso ir a buscar a Albert para que la consolara, pero Albert era actualmente un hombre de negocios y por lo tanto estaba ocupado con sus obligaciones con la Corporación Andrew y no quería molestarlo con sus problemas y sus lágrimas.
Entro a una cafetería para alejarse del sol, el día le pareció de lo más inapropiado para su triste humor.
Se sentó cerca de la ventana que daba a la calle. No tenía apetito pero pidió un café una tarta a la camarera, al poco tiempo regresó con su pedido, con la cucharilla jugaba con su pedazo de tarta sin ánimos de comerlo, su café de manera lenta lo bebió hasta que estuvo frio.
Volvió la mirada a la calle y veía a la gente pasar. “que nos pasó Terry, como fue que nuestro destino fue el separarnos” pensaba con tristeza “una vez pensé, mientras estuviéramos vivos, nos volveríamos a ver, pero ahora ya no será posible” sus ojos empezaron a llenarse de lagrimas. “Terry, como te extraño, ya no tengo fuerzas, siempre tuve la esperanza de que volverías por mí. Ahora esos sueños murieron contigo, amor.”
El día dio paso a la noche y Candy seguía rondando las calles hasta que el viento frío le recordó que debía regresar a casa. Las calles estaban por alguna extraña razón desiertas, eso le recordó la experiencia de la noche pasada y empezó a sentir temor.
Comencé a caminar más rápido para llegar a la soledad de mi departamento y seguir derramando lagrimas por mi amado Terry. No había ninguna nube en el cielo y podía ver la enorme luna llena, el viento era fresco y con mis manos intenté calentarme los brazos sin éxito mientras seguía mi camino.
Sentí un escalofrío atravesar mi columna, el sonido de una botella romperse irrumpe el silencio y escucho risas. Al doblar la esquina había un grupo de hombres; ellos se dieron cuenta de mi presencia. Intenté darme la vuelta para irme de ahí rápidamente, pero ellos me rodearon. El miedo aumentaba a momentos.
- Miren chicos lo que hay aquí, una linda muchacha, acércate, vamos a divertirnos. – dijo el que parecía el líder del grupo.
- No, gracias. Si me permiten pasar, quiero irme. – dije lo más serena posible aunque por dentro temblaba.
Ellos rieron, tragué saliva e intentaba pensar en alguna forma de escape. El líder se me acercó para tomar mi brazo, traté de alejarme e intenté pasar para huir, pero el líder tomó de forma brusca mi brazo, mi espalda impactó contra el muro de un edificio, dolió, pero el dolor de mi espalda no importaba sino el tratar de salir de esta situación.
Sentí sus asquerosas manos apretar mi cuello, de manera instintiva mis manos se dirigieron a mi cuello para tratar de apartarlo y obtener el valioso oxigeno. Lo arañaba pero ellos solo reian, se burlaban de mi, sentí mis lagrimas fluir.
Si este iba a ser el final, que lo hagan rápido no quiero ver ni sentir lo que me hagan. “Terry, creo que pronto me reuniré contigo” pensé mirando la luna “no pude ser lo suficientemente fuerte, lo siento” en eso siento su otra mano dirigirse a mi pierna, y subía mi falda.
En eso se escucha en la oscurida un rugido y una sombra saltar por encima de esos hombres, era un enorme lobo de color castaño.
El que me sostenía me soltó asustado, caí al suelo mientras tocía e intentaba respirar el animal se situó delante de mí, empezó a rugir y mostrar sus dientes. Los malhechores escaparon y me dejaron sola con el animal.
Yo me quedé sola con el animal, este se dio la vuelta para verme. Sus ojos eran de un color azul, hermosos. Se acercó lentamente a mí, así de rodillas me acerque al muro para alejarme, choque con la pared ya no tenía donde escapar.
El semblante del lobo cambió, ya no era amenazante como hace un momento. Cuando lo tuve cerca, el lobo sacó su lengua y la pasó por mi cara y empezó a mover la cola como si estuviera feliz de verme. Levante mi mano temblorosa y acaricié su cabeza, era tan suave. Con la caricia que le proporcionaba este se sentó en sus patas traseras para que lo siga mimando.
- Gracias por salvarme. – le dije agradecida mientras lo abrazaba. – no quiero imaginar que hubiera ocurrido si no fuera por ti, gracias.
En eso escuchamos ruidos de pasos.
- Ven, vámonos a mi departamento, ahí estarás a salvo – le dije.
Empecé a caminar pero el lobo no me seguía. El me miraba, algo en sus ojos se me hacían conocido, deseché ese pensamiento enseguida.
- Ven – le dije mientras me arrodillaba. – no te voy a hacer nada. Sonreí.
Me levante y extendí mi mano, el lobo se levanta y empieza a acercarse a mi, cuando estuvo al alcance de mi mano, lo acaricio.
- Vamos a casa. – le dije sonriendo.
Así empecé a caminar y el lobo me siguió, era como si me hubiera entendido. Después de caminar unos minutos más llegamos a mi edificio, por suerte el casero estaba durmiendo y metí de escondidas al enorme perro-lobo. Una vez cerrada con llave la puerta, suspiré aliviada de que no me hayan encontrado.
- Vamos a la cocine, te daré algo de comer – le dije mientras iba a la cocina y el perro o lobo me seguía los pasos.
“En realidad su actitud es la de un perro, pero tiene la apariencia de un lobo, tal vez sea mestizo.” Pensé. “no importa, el me salvó y estoy agradecida, quizá lo conserve, así tendré compañía”
- Toma, no soy una gran cocinera, pero espero que te guste. – le dije mientras colocaba en un plato un pedazo de carne y un poco de arroz.
El perro la observó y caminó hasta el plato, empezó a comer, me dirigí a mi habitación a cambiarme. En ese momento recordé que estaba triste, pero la presencia de mi héroe me hizo olvidar por un momento mi soledad y tristeza por la pérdida de mi amado Terry.
Me cambie lentamente mientras pensaba en los buenos momentos con Terry, especialmente ese maravilloso verano en Escocia.
“me pregunto qué hubiera pasado si no lo hubiera abofeteado” me toqué los labios ausente, un sonido me despertó de mis pensamientos, me di cuenta que estaba sentada en mi cama mirando hacia la ventana y el perro-lobo me miraba atento sentado en sus patas traseras. Me percate de que mis mejillas estaban mojadas, lloraba, suspiro.
- Lo siento. – le digo mientras secaba mis lagrimas con el dorso de mi mano – es que me acabo de enterar que el hombre que amo ha muerto, aunque no hayan encontrado su cuerpo, pero han dejado de buscarlo. Otra vez mis ojos empiezan a humedecerse.
- …..- el perro solo la miraba.
- Sabes, el se llamaba Terry, cuando lo conocí, creí que era egocéntrico, rebelde, altanero, pero conforme lo conocía vi que era un joven noble solo era un escudo para alejar a la gente para que no lo lastimaran.
- ….- se subió a la cama y puso su cabeza en mi regazo, lo acaricié ausentemente.
- Por razones del destino tuvimos que separarnos a pesar de que nos amaramos, con la promesa de ser felices. Aun así han pasado 2 años y no he podido olvidarlo y no he dejado de amarlo y ahora…..- no pude continuar ya que el nudo en mi garganta no me dejo y las lágrimas corrían libres por mis mejillas.
El perro me mira con tristeza como si me entendiera, levanta la cabeza y lame mi rostro en un intento de secar mis lágrimas. Sonrío triste y lo abrazo. La cabeza del perro se posa en mi hombro. Creí sentir una lágrima, por un momento creí que lo abrazaba. “Terry…”
Me separo del perro, le doy un beso en su cabeza.
- Gracias.
Me levanté para acomodar un poco el departamento para distraer mi mente de mis negros pensamientos, el perro me seguía a donde iba. Fue agradable tener a alguien que me acompañe aunque sea un animal, hacía tiempo que me sentía sola que tener a este animal me daba ánimos.
Llegó la hora de dormir. “donde dormirás peludo amigo” pensé mientras caminaba hasta mi recamara con mi peludo compañero por detrás. Saqué unas mantas de mi armario y los coloqué en el suelo en un rincón de la habitación. El perro se subió a la cama, se acomodó y se recostó. Me doy la vuelta y el perro ya estaba con sus ojos cerrados.
- Oye – le digo fuerte para que despierte, este abre sus ojos.
- …..- me mira un poco aburrido.
- Tú dormirás aquí, vamos baja de ahí. – digo mientras me acerco a la cama para sacarlo de ahí.
- …- no se mueve.
- Tengo sueño, eres muy grande para dormir conmigo en la cama, así que afuera. – digo, agarro un poco de su cuello para levantarlo y sacarlo.
No le costó trabajo, tal parecía que el perro la entendía, un poco raro a su parecer.
“debo pensar en algún nombre para él” pensé. “no puedo solo nombrarlo perro”, cada uno se acomodó en su lugar, apagué la luz, para descansar.
En la oscuridad empecé a recordar a Terry y el gran dolor que sentí cuando leí el periódico cobraron fuerzas, las lagrimas corrieron mis mejillas, cubrí mi rostro en la almohada para amortiguar los sollozos.
El perro levantó las orejas al escucharla sollozar. Levantó un poco la cabeza y se levantó acercándose y subiéndose a la cama, al sentir al perro en la cama me sobresalté y levanté un poco la cara de la almohada, el perro estaba a mi lado ya acostado.
Colocó su peluda cabeza en mi espalda. El calor del animal de alguna manera me reconfortó, no supe cómo, pero era como un abrazo. Sonreí y lo acaricio.
- Gracias, por todo. – dije mientras cerraba los ojos. Lo último que sentí fue hocico acariciar mi cuello
Una sombra observa la figura de Candy dormir, el lugar donde se encontraba el perro esta vacio.
La sombra se acerca a ella y se sienta en la orilla de la cama, levanta su mano y acaricia su mejilla. Ella sonríe.
- Pronto. Pronto nos veremos. – dijo, antes de levantarse de la cama, besa su húmeda mejilla.
- Terry….- susurra Candy en sus sueños.
La sombra tan solo sonríe y desaparece.
La mañana siguiente Candy se levantó tarde y se cambió en tiempo record, antes de salir se percata de su peludo compañero.
- Uyy, casi me olvidaba. – dijo Candy, rascándose un poco la cabeza.
Busco un poco de comida y lo dejó en un plato en un rincón del departamento junto con otro plato con agua.
- Regreso más tarde, no hagas travesuras. – le dijo mientras le acariciaba la cabeza y hocico.
Salió de su departamento y se dirigió al hospital corriendo.
- Voy a llegar tarde – se decía mientras corría.
Llego a las puertas del hospital e ingresó rápidamente en el. Se detuvo en la oficina de enfermeras, se agachó para recuperar la respiración por el esfuerzo. Una vez ya calmada ingresó.
- ¿Otra vez se te pegaron las sabanas? – preguntó Caroline.
- Si… jejeje - respondió un poco agitada.
- Apúrate Candy, cámbiate y nos vemos. – dijo Caroline mientras se dirigía a la puerta para empezar su turno.
Antes de tomar el pomo de la puerta se da la vuelta y mira a Candy.
- Candy….
- ¿Si? - dice Candy
- ¿Estas bien? – Preguntó preocupada.
Candy la mira un momento y suspire.
- No mucho, pero debo recuperarme por el bien de mis pacientes. – responde Candy, - así que no te preocupes por mí. Sonríe.
Caroline asiente la cabeza y sale de la habitación. Una vez sola, respira profundamente.
- Terry…-
La tarde llegaba a su fin y Candy estaba en la puerta del hospital, por un momento se dedicó a sentir el viento con los ojos cerrados, sus pensamientos estaban dirigidos a su amor de juventud al cual no volvería a ver ya que nuevamente el destino le arrebataba lo que más amaba. Sus parpados ya estaban húmedos, en eso escucha un sonido cerca de ella. Abre los ojos alarmada, ahí estaba su perro, pero como si lo había dejado en casa.
Se acercó y se inclinó, el perro movió su cabeza en reconocimiento.
- Que haces aquí, deberías estar en casa.
- ……- una mirada
- Acaso vienes a buscarme y llevarme a casa – dijo Candy en tono de broma
- “ladrido” – mueve la cola y saca la lengua.
Candy se sorprendió, acaso la había entendido. “Este perro es especial” pensó Candy. Sonríe y el perro ladra.
- Ven, vamos a casa – le dice y comienza la caminata.
El camino le resultó un poco más relajado, tranquilo, en comparación al día anterior que la tristeza la gobernaba, miró a su peludo acompañante. De alguna manera lo sentía conocido, como si alguna vez se hubieran conocido, este sentimiento de tranquilidad y paz, sentimientos que hacía tiempo que no sentía.
- Gracias. – dijo Candy suavemente, el perro alza la mirada mientras sigue caminando.
La noche había caído, cuando ya estaban llegando, a solo dos cuadras estaban de llegar cuando se encuentran a un par de hombres de aspectos siniestros. Candy se asustó ya iban dos veces en menos de una semana, “este barrio ya no es seguro” pensó asustada.
Cuando se dieron cuenta de su presencia empezaron a acercarse a ella. Cuando estuvieron lo suficiente cerca, el perro se hizo notar al gruñir y mostrar sus dientes, sus azules ojos brillaban de furia, ahí realmente parecía un lobo a punto de saltar sobre su presa.
Estos al notar al animal y que este se les acercaba, sacan de sus bolsillos navajas y cuchillos. Candy se asustó, iban a atacarlos, su perro se coloca delante de ella como un escudo.
Uno de ellos se acercó con la intensión de atacar, su peludo protector empezó a gruñir más fuerte, entonces la pelea empezó.
El perro se lanzó a uno de ellos, cuyas mandíbulas dieron a parar a su brazo, el hombre gritó al sentir los filosos dientes. El hombre hacia un esfuerzo por soltarse de su agarre pero el animal lo tenía fuertemente sujetado. Otro se acercó por detrás del animal para atacarlo desprevenido.
- Cuidado. – gritó Candy.
Pero el hombre fue más rápido, le asestó con el cuchillo en su costado, el perro soltó al hombre cuyo brazo brotaba sangre. El perro no se desalentó siguió de pie para proteger a su dueña. Al parecer la herida de uno de los hombres era profunda por lo que decidieron huir.
Cuando ya no estaban al alcance de su vista el perro – lobo se da la vuelta para verla, sus ojos azules la hipnotizaban, un recuerdo se le vino a la mente, la vez que Terry la salvó de Neal y sus amigos y el alivió que sintió al saberse salvada por alguien, que le importaba a alguien. Así se sentía nuevamente. Y volvía a salvarla el animal frente a ella. Sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas, era como si fuera su ángel guardián, como si Anthony, Stear y Terry le hubieran enviado para salvarla del peligro y de su soledad.
Se le acerca y lo abraza. Sus lágrimas corrían por sus mejillas, el perro como si se hubiera dado cuenta lame su cara como un gesto cariñoso o como una forma de secar sus lágrimas sin éxito. Candy sonríe “gracias”. Sintió en su costado algo mojado cuando apartó su mano de ahí se dio cuenta que era sangre, había olvidado que lo habían herido, alzó su mirada a su mascota, este se veía un poco agitado.
- Vamos, rápido hay que curarte. – le dijo preocupada.
- ….- empezó a caminar con un poco de dificultad.
Por suerte no estaba lejos su departamento, caminamos lentamente a causa de la herida, vi que hacía unos gestos como si estuviera aguantando el dolor “definitivamente, el es diferente” pensó Candy. Por un momento le recordó cuando Terry llegó a su habitación del colegio San Pablo, herido y ella salió en busca de medicinas.
“Terry” pensó triste Candy por un instante, luego reaccionó, debía concentrarse en atender a su peludo paciente. Llegaron a su puerta, sacó las llaves e ingresaron al departamento. Candy encendió las luces y encaminó a su herido a su cama para que este más cómodo y para que ella tenga mayor comodidad a la hora de curarlo.
Una vez en la cama, se dirigió rápidamente a calentar agua caliente y buscar mantas para limpiar su herida.
Iba y venía para cerciorarse como estaba el animal, este se veía más agitado y con los ojos cerrados, Candy se preocupó, fue a la cocina para traer el agua caliente en eso escucha un ruido, corre lo más rápido que le permite la bandeja.
El animal estaba en el suelo en un ovillo, Candy coloca la bandeja con el agua en una cómoda, se da la vuelta para ir en ayuda del animal, pero algo raro ocurre.
Su espeso pelo va desapareciendo lentamente, su hocico se va encogiendo, sus patas se van alargando y adquiriendo finalmente forma humana.
Candy abre los ojos y su boca abierta por la impresión. Lo que antes estaba su peludo amigo, herido, se encontraba un ser humano, y no cualquiera.
Frente a ella, herido y desnudo, se encontraba la persona que hace dos días creyó muerta….
Candy estaba sorprendida, frente a ella estaba su amor, Terry. “Es un sueño” pensó Candy, pero un quejido se escuchó en el silencio de la habitación.
- Terry!! – exclamó Candy al recordar que estaba herido.
- Hola pecosa – dijo Terry con un gesto de dolor – tanto tiempo sin vernos.
- No hables, estas lastimado – exclamó Candy. Se aceró rápidamente, colocó una manta en su herida. – por favor aprieta ahí un momento mientras traigo alcohol.
Fue por su botiquín de primero auxilios. Se acercó a Terry y abrió la botellita que contenía el alcohol y algodón.
- Te arderá, pero es por tu bien. Debo ver la magnitud de la herida. – le dijo suave.
- …- asintió la cabeza
Empezó a limpiar su herida con el alcohol, Terry apretaba los dientes por el dolor. Hacia unos minutos la herida había dejado de sangrar. Una vez limpia la herida, Candy inspeccionó la profundidad de esta. Luego de vendar la herida, suspiró.
- Tienes suerte que solo haya sido un rasguño. – dijo Candy – no habrá que suturar la herida.
El la miraba fijamente, ahí Candy recordó las miradas de su peludo amigo. Con razón se les hacia conocido y algunos gestos le recordaban a Terry, porque en realidad su mascota era Terry. La pregunta era ¿cómo?
Terry se estremeció, Candy se dio cuenta que estaba desnudo. Se ruborizó. Nunca lo había visto desnudo.
- Creo que ahora estamos a mano – le dijo Terry.
- ¿eh? – medio aturdida por la visión.
- Recuerdas…te vi pero no te miré – sonriendo
Recordó ese momento y no pudo evitar sonrojarse, llevó sus manos a su cara para que no la vea toda ruborizada. Terry miraba la figura de Candy, su figura estaba más madura, estaba mucho hermosa que la última vez que la vio. En eso la escucha sollozar y se preocupó
- Candy….- dijo con voz suave. Su mirada era triste
Con un poco de dificultad se levantó, al percatarse de su desnudez, saca la sabana y se lo ata a la cintura para no incomodar más a Candy. Se acerca de manera lenta a causa de su herida, cuando estuvo cerca de ella, rodea su cintura con sus brazos y la acuna en su pecho desnudo.
Candy suspiró profundamente al sentir sus brazos, desde hace dos años que se sentía perdida, el sentir el calor que desprendía Terry era como regresar a casa después de mucho tiempo. Poco a poco apartó sus manos de su rostro y los fue colocando alrededor de su cuello para profundizar el abrazo.
Candy lloró todas las lágrimas que suprimió durante mucho tiempo, Terry estaba vivo y junto a ella. Tal parecía un sueño pero el calor de su cuerpo y su respiración que sentía en su cabello, no era imaginaciones suyas, realmente estaba con ella. Dio gracias a Dios en silencio por el haberle devuelto a su amor.
Poco a poco se fue calmando y las lagrimas dejaron de fluir se separaron un poco, pero aun permanecían abrazados. Se miraron a los ojos, después de un momento Candy recordó que Terry tan solo cubría su desnudez una sabana.
Se soltó de Terry como si quemara, Terry tan solo sonrió. Su cara totalmente roja y sus manos en un intento de ocultar su sonrojo. A pesar de sus sonrojo habían cosas que debían hablar, como el hecho de que hacía en su departamento y desnudo en su habitación en lugar de su peludo amigo.
- Terry debemos hablar. – dijo Candy.
Terry suspiró.
- Lo sé….-
Ella lo miró esperando que siguiera hablando, por lo tanto rompió el silencio.
- ¿Qué fue lo que te sucedió? ¿cómo llegaste a ser el perro que me salvó?...- tenía más preguntas, pero las dejó para después.
Terry tenía la cabeza baja como si estuviera pensando o recordando, Candy no quiso romper el incomodo silencio
- Candy siéntate….- dijo al levantar la mirada hacia ella, Candy se estremeció esa mirada además de melancólica era un poco salvaje.
Candy se sentó en la orilla de su cama. Una vez sentada Terry comenzó con su relato.
No recuerdo como sucedió, ni cuándo. Debo decir que todo este tiempo lejos de ti, te aseguro que intenté hacer feliz a Susana. Todos los días después de los ensayos iba a visitarla pero las constantes peleas con su madre, exigiendo cuando sería la boda, yo con todos los medios les pedía tiempo ya que no deseaba en realidad casarme con ella. Las peleas con su madre llegaron a un extremo no quería que acabaran los ensayos ya que no tenía fuerzas para visitarla.
Después de mi desaparición y mi vuelta había decidido dejar de beber para no defraudar a Robert, que me aceptó nuevamente a la compañía, con otra decaída a pesar de los problemas con Susana y su madre.
Una noche luego del ensayo, salí tarde del teatro tratando de demorarme y evitar ir a casa de Susana. En las calles no había ni un alma que pasara cerca a esa hora, caminé unas cuadras para tomar mi auto.
En uno de los callejones, escuché ruido, un escalofrío recorrió mi cuerpo, mis sentidos me pedían huir de ahí inmediatamente, aun así la curiosidad me ganó. Caminé lentamente hasta el callejón. Entonces lo vi, una enorme sombra y unos ojos que brillaban con la luz que proyectaba la calle, no era un perro era mas grande, podría haber sido un lobo que se había escapado del zoo, en ese momento no pensaba mucho de su procedencia. Mi mente gritaba que escapara pero mis pies no respondían, el animal se acercó a mí, sus ojos rebelaban su intención de atacarme, no podía apartar la mirada del animal. Ya estaba a punto de salir del callejón, cuando el animal saltó sobre mí y me mordió, grité de dolor, el lobo estaba adherido a mi brazo y no me soltaba. Pedí auxilio y rogaba que hubiera alguien cerca para que me salvara, pero hubo una pequeña parte de mi cabeza que me decía que esto podría acabar con la miseria que se había convertido mi vida.
Estaba despidiéndome de la vida, de mi madre y de ti, cuando escucho pasos apresurados acercándose, podría haberme matado pero el animal me soltó y huyó por el oscuro callejón. Quedé tendido en el suelo tratando de detener la sangre que brotaba de mi brazo mientras esperaba la ayuda.
Unos jóvenes me ayudaron y me llevaron al hospital, me hicieron unos puntos pero tuve que permanecer en el hospital durante unos 3 días para comprobar que no haya ninguna infección dado que creyeron que era algún perro callejero, pero yo sabía que era un lobo. Llamé a Robert para no preocuparlo, aun así me visitó junto a mi madre durante mi convalecencia, les pedí que no avisara a Susana.
Durante la segunda noche empecé a sentirme raro, mis sentidos eran mas sensibles, podía escuchar a algún búho que se encontraba afuera a pesar de que mi ventana estaba cerrada, escuchaba a las enfermeras hablar de lo guapo que era y de lo desconsiderada que era su prometida por no visitarme.
Podía oler la húmeda hierba, podía ver claramente en la oscuridad. No tenía una explicación para ello, cuando le consulté al médico, no supo contestarme pero aseguró que podría ser a causa del ataque, podría ser un trauma que mi cuerpo estaba alerta para que no me ocurra nuevamente. Pero que de seguro regresaría a la normalidad en unas cuantas semanas.
Pasaron los meses pero las sensaciones no disminuían, el ruido me molestaba y me ponía de mal humor. Ya no podía soportar el olor del cigarro y ya no podía soportar la chillona voz de la madre de Susana. Sentía que mi cabeza estallaría en los momentos que discutía con ella.
Una noche de invierno, justo como la noche que nos separamos. Salí del teatro con rumbo a casa de mi “querida” prometida, llegue y una sirvienta me abrió la puerta y me dirigí a la salita, ahí estaban mis tormentos ambas sonreían.
Saludé a ambas con una inclinación y me senté en un sillón alejada de ellas.
- Terry querido, que bueno que llegas – dijo de manera hipócrita su madre.
- …..- solo la miraba con aburrimiento.
- Le comentaba a Susy, que modelo le sentaría mejor para el día de su boda.
Ahí me percate en la mesa habían varias revistas. No dije nada.
- Yo preferiría que la boda sea en primavera, qué dices Susy. – dijo su madre con falsa dulzura
- Eh..ah, si me gustaría en primavera, una boda con muchas flores – dijo Susana mirando a su madre y también a Terry.
- Lo siento, pero no creo que sea conveniente por el momento – dije tranquilo, pero por dentro hervía de rabia.
- Pero Terry ya ha pasado mucho tiempo, la gente empieza a hablar. Piensa en la reputación de mi pobre Susy.
- Señora esto es asunto de Susana y mío, usted no debería meterse donde no la llaman. – dije ya molesto
- Donde no me llaman, es mi problema ya que incumbe a mi hija y yo voy a velar por su felicidad.
- Ah, si lo siento. Lo olvidaba, separar a un par de enamorados para que su hija sea feliz mientras el novio se muere por dentro. – dije sarcástico.
Hacía tiempo que no me sentía así, rebelde como en el colegio. Pensaba que había pasado con esa parte de mí, que justo ahora se manifestaba. Su madre estaba roja, enfadada, pero a mí no me importaba. Solo importaba que estaba a punto de liberarme de esta carga pesada.
- Ahhh…como puede decir eso, su obligación es con mi hija y no me importa lo que usted diga. Usted debe casarse con mi hija ya que ella le salvó su patética vida. – exclamó indignada la señora Marlowe.
- Yo no me pedí que me salvara y si hubiera sabido que iba a ser mi vida de esta manera hubiera preferido haber muerto en ese accidente. – grité.
Ambas estaban asombradas ya que nunca me había comportado de esta manera con ellas, trataba de ser lo más calmado y amable posible. Pero esa noche era como si de alguna manera estuviera despertando o volviendo a revivir.
- Así que el compromiso esta anulado, ayudaré a Susana económicamente, pero no permitiré que nuevamente me manipulen. – dije serio.
- ….- la señora Marlowe finalmente se había quedado sin palabras.
Sonreí y me dirigí a la salida.
- Espere…- gritó la señora Marlowe.
Me detengo en la puerta. Me doy la vuelta para mirarla, algo vio en mi mirada que la señora Marlowe calló a pesar de tener la boca abierta.
- …..-
- Buenas noches – dije abriendo la puerta y salir finalmente de sus vidas.
El frio del exterior me recibió, algo en mi interior se removió. Finalmente era libre empecé a caminar lentamente, con los ojos cerrados, para disfrutar de la brisa nocturna, sentí que algo cambiaba en mí, no lo supe hasta llegar a la vitrina de una tienda al verme en el reflejo, pero lo que vi me sorprendió. En lugar mío, había un enorme lobo castaño.
Intenté mirar mis manos pero eran patas, volví la mirada a la vitrina. Miré fijamente mi reflejo, lo único que pude reconocer del ser frente mío eran los ojos, azules, por un momento me asusté. “como pudo haber sucedido”, luego recordé al lobo que me atacó unos meses atrás, mis sentidos más sensibles y lo ultimo la sensación de libertad.
Trate de volver a la normalidad pero por mas que intentaba no lograba recuperar mi forma.
Luego de varias horas, cansado y exhausto. Pasó por mi mente un negro pensamiento. Si no volvía a la normalidad nadie me extrañaría, quizá mi madre y Robert pero además de ellos quien más podría. La persona a quien mas quería estaba fuera de mi alcance y nunca volvería a estar con ella. Mi madre lloraría pero con el tiempo me olvidaría. El teatro ya no me daba la satisfacción de antes y finalmente me alejaría de Susana y su madre.
Con esos pensamientos me alejé de allí y me encaminé a casa de mi madre para despedirme a la distancia de ella. Llegue a su lujosa residencia y atravesé el jardín y me dirigía a una de las ventanas, todavía no se retiraba a dormir, la vi dando vueltas y preocupada. “en que estará pensando, que le preocupa” pensé, pero ya no podía hacer nada por ella en este estado. “Adiós madre, que el destino sea bueno contigo” quería darle un ultimo abrazo, lo único que pude lograr desde el fondo de mi alma fue aullar a la luna, como una forma de decirle adiós.
Eleanor se detuvo y corrió hasta la ventana, en su jardín a unos metros de ella había un lobo castaño, aullando a la luna, pero lo extraño de eso, era como si el lobo la estuviera reconfortando. Se sentía preocupada por Terry desde hacia unas horas pero con la compañía del lobo se sintió tranquila. Después de unos minutos se fue.
Estuve vagando durante meses por todo el país, nunca me quedaba en un solo lugar mucho tiempo, trataba de no encontrarme con algún cazador. En algunos momentos trataba de volver a mi forma humana sin éxito, así que asumí que no volvería a ser humano.
Habrá pasado un año de mi desaparición ya que otoño, y estaba en Chicago. Trate de evitar esta ciudad pero mi curiosidad por verla fue mayor. Llegué una tarde y esperé que anocheciera y vagué por las calles por las que mi amada caminaba. Un conocido aroma a Rosas inundó mi olfato y me dirigí allí. Ahí estabas caminando sola a esta hora. La calle estaba silenciosa, solo se escuchaban tus pisadas, te seguí para cuidarte, al parecer te diste cuenta que te seguía por lo paraste y te diste la vuelta para ver quién te seguía, al no ver nada apretaste el paso. Vuelvo a seguirte y nuevamente te das la vuelta, tu mirada se dirige hasta uno de los callejones, el cual yo estaba escondido. Al parecer me viste por lo que pude sentir tu miedo y te veo correr hasta tu departamento.
Suspiro y me dirijo a un bosque o parque cercano para cazar y alimentarme. Debo admitir que en un principio me dio pena y al mismo tiempo asco el cazar animales y comerlos crudo pero con el tiempo me fui acostumbrando, habían días que extrañaba una buena taza de café, un caliente almuerzo y una cómoda cama para pasar las noches.
Luego de comer busco un lugar seguro para pasar la noche, a pesar de mi grueso pelaje el clima es frio. Encontré un lugar para resguardarme del frio y pasar la noche.
A la mañana siguiente, di vueltas por el parque ya que por el momento era lo mas seguro para mi, podía pasar desapercibido, hacerme pasar por un perro y no tener problemas con la gente.
El tiempo ya era irrelevante para mi, por lo que cuando vi el sol poniéndose para dar a la noche, me encaminé hasta donde mi amada Candy, empecé a olfatear su aroma pero no la encontraba, por lo que me dirigí donde la había visto la noche pasada. Y esperé.
No esperé mucho para verte, nuevamente pequeña imprudente, sola, en una calle solitaria.
Empecé a seguirte para ver que llegaras a salvo. Escuché cerca de donde estaba una botella romperse, pero no le di importancia estaba al pendiente de Candy. Pero al escuchar las risas me puse en alerta un par de hombres, si podría decirles eso por su forma de actuar, más bien un par de sabandijas.
Tenía que esperar el mejor momento para atacarlos ya que no quería asustar a Candy o lastimarla. Tuve que calmarme ya que el instinto animal trataba de salir a flote y atacar a quien estuviera frente mío y no podía hacer eso.
Pero cuando ese maldito intentó sobrepasarse con Candy, no aguante y empecé a gruñir y no me resistí al instinto y salté y me situé en medio de esos tipos y Candy.
Los muy cobardes escaparon al verme- sonreí internamente.
Me dí la vuelta para verte y cuando lo hice estabas prácticamente acurrucada en la pared, asustada por lo que yo podría hacerte. Me tranquilicé, estaba a salvo, solo tenía que ganarme su confianza para que no huyera de mí.
Me acerqué lentamente, cuando la tuve lo suficientemente cerca saqué la lengua y lo pasé por su cara y moví la cola de felicidad de tenerla cerca. Pude sentir como se relajaba y eso aumentó mi felicidad, aunque sea tenerla cerca aunque no pueda volver a tenerla entre mis brazos pero estar junto a ella, eso me ponía feliz.
Lo demás ya lo sabes, aunque lo curioso de todo esto, es que esa misma noche cuando dormías, volví a intentar recuperar mi forma con éxito, después de intentarlo muchas veces durante meses, me acerque a tu cama para verte dormir, mi ángel.
Y me prometí que nos volveríamos a ver cara a cara para alcanzar la felicidad, juntos.
Aunque el ataque de esta noche, no estaba en mis planes regresar a mi forma humana cuando estuviera herido y vulnerable.
Esa ha sido mi vida, desde el momento en que nos separamos…..¿tengo una oportunidad de recuperar tu amor y luchar contra los obstáculos que nos prepare el destino?..
…. O regresar a mi oscura existencia y convertirme finalmente en un animal.
Continuará…